martes, 7 de julio de 2015

El indio y los dos Méxicos de Bonfil


Cuántas veces hemos escuchado que el mexicano no avanza porque es un huevón, porque es impuntual, porque no somos tan trabajadores como los alemanes o tan puntuales como los ingleses, veneramos el que los estadounidenses (acá gringos) sean tan workaholics.
Hemos interiorizado (es decir, nos dicen y nos decimos a nosotros mismos tantas veces una idea que acabamos por hacerla nuestra) una especie de malinchismo crónico donde terminamos auto despreciándonos y alabando el “éxito” de los extranjeros.

Específicamente asociamos un término con esta idea de fracaso del mexicano: indio. Ese wey es bien indio, esos indios son re-huevones, borrachos, nacos, prietos, etc. Indio es un término despectivo que enmarca todo a lo que no se debe aspirar. También es un término que se mal aplicó en la conquista, pero creo que todos estamos conscientes de que cuando se dice indio en México rara vez nos referimos a los originarios de la India.
En gran parte de México, se utiliza el término de indio como singular al de indígena, pero el primero es (más) despectivo.


¿A qué se debe aspirar entonces?, o mas bien, ¿a qué aspiramos?, a que, si no nos tocó la suerte de ser güeritos, por lo menos hay que mejorar la raza y que nuestros hijos tengan una piel menos obscura y si sale con ojitos claros mejor, aspiramos a ser una economía fuerte, a convertirnos en potencia mundial, ¿a costa de qué?, no soy economista pero sí se que cuando el secretario de economía dice que la macro esta a toda madre eso no significa que la micro también lo esté, si las grandes empresas están haciendo buenos negocios raramente repercute en el señor que tiene su changarrito y no se diga al asalariado que se queda igual de jodido. Aunque cuando la macro va mal, a la micro le va peor, pero ese es otro tema, para un economista. 


En fin, aspiramos a competir con aquellos países que sí lo están haciendo bien, que están modernizados, que generan grandes capitales, pues de eso se trata, a fin de cuentas vivimos dentro del sistema capitalista y en un mundo globalizado que requiere que todos jalemos parejo para donde mismo.


Aquí les comparto un punto de vista sobre por qué México no ha alcanzado ese progreso ideal. México Profundo, Una civilización negada es una de las obras más importantes de Guillermo Bonfil Batalla, (si no tenéis ni idea de quién fue, os invito a que se echen un wikipediazo).

"La noche de los pobres" Diego Rivera

Este hombre propuso que existen dos Méxicos: el imaginario y el profundo. El México profundo son las raíces, cultura y tradición india mesoamericana con miles de años de historia, que tenemos fuertemente arraigada aunque no estemos conscientes de ello.

El México imaginario es el proyecto de Nación que se ha querido imponer desde la Independencia de México, es un proyecto que aspira a imitar los modelos occidentales y presume de ser incluyente, aunque solamente toma en cuenta la realidad de algunos sectores de la población.

Según la opinión de Bonfil nunca prosperaremos como país hasta que tomemos en cuenta al México profundo para llevar a cabo un proyecto de nación que sea coherente con nuestras propias raíces y no con una cultura que poco tiene que ver con las identidades originarias de esta tierra.

En la primera parte Bonfil explica las diferencias tan marcadas entre la cultura occidental y la cultura mesoamericana:
El indio/indígena tiene una cosmovisión diferente, en la comunidad todos hacen de todo, lo que sea necesario y precisamente por eso los mas viejos son los mas respetados pues tienen  mayor experiencia. Si no se va a la escuela es porque el trabajo y la vida misma son su escuela. Por lo general se admira al que más ha hecho por servir a la comunidad a lo largo de su vida y no al que ha cosechado triunfos personales.
La naturaleza es su aliada, no su enemiga, se le respeta, se le cuida, siguen sus procesos y ciclos sin forzarlos. No concibe producir ni adquirir más de lo necesario para subsistir. 

Evidentemente todas estas concepciones no caben en el modelo de cultura occidental que se nos comienza a inyectar a quienes tenemos acceso a una educación digamos formal (apoco no desde el kínder aprendemos que este lápiz es mío, yo tengo que ser mejor que el otro y si no aprendo los conocimientos que se me están imponiendo seré un fracasado), donde no hay cabida para la propiedad comunal, quien tiene más es más y el individualismo es alabado y promovido.
De la cultura occidental se nos forma en la especialización y en la educación normalizada, todos igualitos, parejitos, como producción en serie y no se vale que todos sepan hacer de todo, no, cada engrane a lo suyo, aunque por suerte esos esquemas ya van cambiando en algunos países de esos que llamamos la elite primermundista, pero de aquí a que nos lleguen acá al tercer mundo…

Por obvias razones alguien que no consume y que no produce no sirve a este sistema y es por eso que los promotores del México imaginario ven en el indio la razón principal de que el país no progrese.
Para quitar este obstáculo se ha intentado exterminar al indio como tal mediante un proceso de desindianización. Ésta se hace visible desde que se le quiere enseñar castellano, imponerle una escuela, venderle una ideología e incorporarlo a la fuerza de trabajo que sirve a los fines del Estado, o séase hacerle productivo y “civilizado”.
A muchos de la población mestiza se nos ha metido en la cabeza que los indios del pasado fueron gloriosos y debemos enorgullecernos de ellos pero que los  vivos son feos y viciosos y no sirven al país. Se tiende incluso a desaparecer la imagen india físicamente promoviendo cánones de belleza occidental, como antes se mencionó: entre menos morenito, mejor, estas preferencias estéticas se encuentran en todos los niveles, pero aún más marcado entre las familias adineradas. La estética va desde el peinado, el vestido, la “higiene” y el lenguaje corporal.

Lo que se ha propuesto como cultura nacional en los diversos momentos de la historia mexicana puede entenderse como una aspiración permanente a dejar de ser lo que somos” dice el autor.


Mirando atrás a la historia, Bonfil narra que en la conquista el indio sufrió por la imposición de la nueva cultura, ya que antes aunque un pueblo conquistase otro no significaba un impacto a sus formas de vida. Entre los pueblos mesoamericanos los dioses eran muy parecidos y también sus formas políticas y sociales. Así que cuando un pueblo era conquistado podía seguir adorando a sus dioses, hablando su lengua y usando sus sistemas de agricultura aunque debía pagar un tributo.
Como es sabido, al llegar los españoles rompieron y violaron todos los esquemas de la cultura mesoamericana imponiendo su lengua, su religión, su forma de gobierno, organización social e impactando en la agricultura a tal grado que cientos de miles de indios murieron por los trabajos forzados y la desaparición de muchos de sus alimentos principales para dar cabida al ganado y a al cultivo de  nuevos granos.
Para suavizar el impacto, se utilizó (y se continúa utilizando) el guadalupanismo como un proceso ideológico para domar al indio, para darle algo con que identificarse y fuese interiorizando la cultura impuesta.

Algunos vestigios de sus viejas formas se hacen visibles, por ejemplo, en la forma de organización social en  las vecindades (en peligro de extinción) donde se conserva una identidad y solidaridad que promueven su arquitectura y la colaboración y convivencia de los que ahí habitan.

Así como durante la colonia se despreció al indio, al mestizo y al criollo, después de la Independencia y la Revolución siguió sucediendo lo mismo con el indio. De los personajes de la independencia solamente Morelos se preocupó por darle un sitio de importancia y de respeto, los demás se enfocaron solo en dar prioridad a criollos y mestizos para crear la “identidad” nacional.
En la revolución sucede algo muy similar con los ideales de Zapata, eventualmente quedan relegados.
Más tarde, con la reforma agraria se pretende “ayudar” a la población rural mayormente india/indígena aunque para ellos el concepto de “propiedad privada” sigue causando conflicto pues están acostumbrados a la propiedad comunal, continúan siendo un obstáculo para cumplir el ideal nacional pues se reúsa a producir más de lo que necesita, y el que no produce de más ¿con qué hace negocio?.

El ideal del México imaginario, por supuesto, es ser una nación rica y moderna. Las ciudades crecen y muchos indios se ven obligados a urbanizarse aunque siguen siendo marginados dentro de la misma, la mayoría viven en los cinturones de pobreza. Otros se vieron obligados desde épocas coloniales a buscar “regiones de refugio” como les llama Aguirre Beltrán. Estas son regiones tan difíciles de acceder y con un suelo y clima tan inhóspitos que son el único lugar donde pueden vivir como siempre lo han hecho sin (tanta) intervención del estado.

En los últimos años, dice el autor, hemos visto cómo es imposible construir ese país imaginario. Debemos hacerlo desde nuestros propios recursos, cultura, y utilizando nuestras potencialidades aunque no concuerden con las occidentales.
El autor no pretende dar una solución en el libro, pretende hacer conciencia sobre la problemática para que una vez identificada podamos proponer y avanzar hacia la formación de un país donde todos estos aspectos pluriculturales de México sean tomados en cuenta.


Personalmente, concuerdo con la opinión del autor en muchos puntos. No se puede esperar un progreso equitativo en el país sin tomar en cuenta a todos los que lo habitamos. Bonfil menciona que somos muchos los profesionistas que no conocemos nuestro país y es verdad. Los medios de comunicación y el discurso del Estado se centran en unos cuantos, en una forma de vida, en una cosmovisión, en una cultura, siendo que somos muchas. No deberíamos aspirar a ser un país como el incómodo vecino del norte, deberíamos aspirar a ser una nación grandiosa por el mérito de las culturas propias. Yo creo que tendremos éxito el día en que todos seamos consientes del México profundo y nos preocupemos no en integrarlo sino en respetarlo y facilitar su supervivencia.

(Autor: desconocido, por lo menos por mi. Si saben quién tomó esta foto por favor compártanlo para poder darle crédito)


Algunos de los puntos de vista aquí expuestos podrán parecerle muy tajantes a más de alguno, pero hay que recordar que todas las teorías y las propuestas nos sirven para hacernos pensar, cuestionarnos y afinar nuestra mirada crítica. No es necesario casarse con una idea o con un autor pero sí es muy enriquecedor tomar de cada uno lo que nos ayude a ampliar nuestra visión y comprensión  del mundo.

Este pequeño ensayo es tan solo una introducción al tema, ojalá despierte su interés por leer la obra completa que se puede encontrar en la edición DEBOLS!LLO con apenas 250 paginas en varias librerías.


También el objetivo de esta entrada es dar un contexto al análisis sobre una campaña de CONAPRED que estaré posteando la próxima semana ;)



Bibliografía:
Bonfil Batalla, G. (2006 [1987]). México Profundo. Una civilización negada. Mondadori. De Bolsillo. México, D.F.



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